miércoles, 19 de noviembre de 2014

DATO CURIOSO
¿Sabías Que?
  • Leonardo da Vinci lleva ese apellido por haber nacido en Vinci, Italia
  •  Da Vinci escribía del lado contrario, de la derecha hacía la izquierda
  • Da Vinci tenia preferencias homosexuales y dicen varias fuentes que estaba enamorado de su ayudante joven
    Leonardo Da Vinci 

martes, 18 de noviembre de 2014

POSTIMPRESIONISMO


postimpresionismo


Posimpresionismo o postimpresionismo es un término histórico-artístico que se aplica a los estilos pictóricos de finales del siglo XIX y principios del XX posteriores al impresionismo. Lo acuñó el crítico británico Roger Fry con motivo de una exposición de pinturas de Paul Cézanne, Paul Gauguin y Vincent van Gogh que se celebró en Londres en 1910. Este término engloba diversos estilos personales planteándolos como una extensión del impresionismo y a la vez como un rechazo a las limitaciones de este. Los postimpresionistas continuaron utilizando colores vivos, una aplicación compacta de la pintura, pinceladas distinguibles y temas de la vida real, pero intentaron llevar más emoción y expresión a su pintura. Sus exponentes reaccionaron contra el deseo de reflejar fielmente la naturaleza y presentaron una visión más subjetiva del mundo.
Visión tras el sermón, Paul Gauguin, 1888
Jugadores de cartas, Paul Cézanne, 1890
Cráneo fumando un cigarrillo (1885) Van Gogh

La obra de Paul Cézanne, Paul Gauguin y Vincent Van Gogh se caracterizó por un uso expresivo del color y una mayor libertad formal.

Cézanne se interesó por resaltar las cualidades materiales de la pintura, representando seres vivos y paisajes, volúmenes y relaciones entre superficies, como en Pinos y rocas (1895-1898, MoMA, Nueva York). Su interés por las formas geométricas y la luz prismática inherente en la percepción de la naturaleza anticipó los experimentos del cubismo.

Gauguin, en un intento por conseguir la capacidad comunicadora del arte popular, se centró en la representación a base de superficies planas y decorativas, como se aprecia en la obra Calvario bretón (1889, Palacio de Bellas Artes, Bruselas).

Van Gogh, por su parte, se aproximó a la naturaleza con vigorosas pinceladas coloristas, evocadoras de las emociones internas del artista. Su experimentación subjetiva, ejemplificada en Noche estrellada (1889, MoMA de Nueva York), preludió el expresionismo.

Neoimpresionismo, puntillismo y divisionismo


Georges Seurat, denominado neoimpresionista por sus criterios más próximos al impresionismo, inventó una técnica denominada puntillismo, cuyo ejemplo más destacado es el cuadro Un domingo de verano en la Grande Jatte 1884-1886, Art Institute de Chicago).

Un domingo de verano en la Grande Jatte de Georges Seurat

EL REALISMO

El albañil herido, de Francisco de Goya, 1786-87


Realismo es un término que, además de utilizarse para denominar ciertos movimientos artísticos reactivos contra el romanticismo en literatura (literatura del realismo) o pintura (pintura del realismo) -ambos originados en la Francia de mediados del siglo XIX y continuados en el naturalismo literario y pictórico posterior-; tiene una dimensión genérica que permite identificar un realismo artístico como una postura estética o de teoría del arte que identifica arte y realidad.

Esta postura se plasma en diversas formas de representar la realidad o naturaleza de una manera imitativa (mimesis), por lo que también se la denomina naturalismo (de forma equívoca con otros usos de naturalismo en el arte).

Como objetivo o pretensión, la postura o perspectiva realista es compartida en rasgos generales por toda clase de arte figurativo; pero también por la literatura, e incluso por la música programática o descriptiva. En las artes plásticas (escultura y de forma especialmente trascendente para la pintura, dadas sus especiales convenciones -la reducción a lo bidimensional-) puede cumplirse con muy distintos grados, desde las fronteras de la abstracción hasta el trampantojo.

Ese enfoque realista del arte se ha dado en muy distintos estilos y épocas históricas a lo largo de la historia de la pintura y la historia de la escultura; y en cuanto a su distinto tratamiento en cada una de las escuelas nacionales, ha sido propuesto como una de las características definitorias, a lo largo del tiempo, de la escuela española frente a la escuela italiana y la escuela flamenca.
Frente al arte italiano, creador de perfecciones y bellezas, buscador de la suma en que se unen las notas que un individuo no puede presentar nunca fundidas, idealista, en fin, (...) la estética española exalta el supremo valor del individuo como tal (...) esta es la verdadera raíz de nuestro realismo, palabra equívoca que también se ha empleado para calificar cosas muy distintas. Mas no es el nuestro un realismo objetivo y frío que refleja las cosas del mundo como pudiera reflejarlas un espejo; este sería el realismo de los flamencos primitivos o de los holandeses.


El arte realista puede definirse, en cuanto a su contenido, como el que representa los temas "de acuerdo con reglas seculares y empíricas" de modo que tales temas sean "explicables en términos de causas naturales, sin recurso a intervención sobrenatural o divina"; considerando la existencia de una realidad objetiva en tercera persona, sin embellecimiento o interpretación (como hacen los enfoques idealistas del arte: el idealismo artístico, concepto con el que se contrapone).

Tal aproximación implica inherentemente una creencia de que tal realidad es ontológicamente independiente de los esquemas conceptuales del hombre, de sus prácticas lingüísticas y creencias, y que puede ser conocido (o conocible) por el artista, que puede a su vez representar fielmente esa realidad. Según Ian Watt el realismo moderno "comienza con la posición de que la verdad puede ser descubierta por el individuo a través de los sentidos" que "tiene sus orígenes en Descartes y Locke, y recibe su primera formulación con Thomas Reid a mediados del siglo XVIII."

El realismo en las artes tiende a representar personajes, situaciones y objetos de la vida cotidiana de forma verosímil. Tiende a descartar los temas heroicos (tan caros al clasicismo, que los representa con una perspectiva idealista) en favor de temas más neutros, pegados a la tierra. En la definición que del esperpento hace su creador, el dramaturgo español Ramón de Valle Inclán, se comparan, oponiéndola a la suya (que identifica con la de Goya, Quevedo o Cervantes), las dos perspectivas que han dominado la historia de la literatura y de las artes plásticas: la que hace al espectador admirar de rodillas a los héroes homéricos y la que le pone a los personajes a su nivel, en los dramas de Shakespeare.

Comenzaré por decirle a usted que creo hay tres modos de ver el mundo artística o estéticamente: de rodillas, en pie o levantado en el aire.

Cuando se mira de rodillas -y ésta es la posición más antigua en literatura-, se da a los personajes, a los héroes, una condición superior a la condición humana, cuando menos a la condición del narrador o del poeta. Así Homero atribuye a sus héroes condiciones que en modo alguno tienen los hombres. Se crean, por decirlo así, seres superiores a la naturaleza humana: dioses, semidioses y héroes. Hay una segunda manera, que es mirar a los protagonistas novelescos como de nuestra propia naturaleza, como si fueran nuestros hermanos, como si fuesen ellos nosotros mismos, como si fuera el personaje un desdoblamiento de nuestro yo, con nuestras mismas virtudes y nuestros mismos defectos. Ésta es, indudablemente, la manera que más prospera. Esto es Shakespeare, todo Shakespeare. Los celos de Otelo son los celos que podría haber sufrido el autor, y las dudas de Hamlet, las dudas que podría haber sufrido el autor. Los personajes, en este caso, son de la misma naturaleza humana, ni más, ni menos que el que los crea: son una realidad, la máxima verdad. Y hay otra tercera manera, que es mirar al mundo desde un plano superior, y considerar a los personajes de la trama como seres inferiores al autor, con un punto de ironía. Los dioses se convierten en personajes de sainete. Esta es una manera muy española, manera de demiurgo, que no se cree en modo alguno hecho del mismo barro que sus muñecos. Quevedo tiene esta manera. Cervantes, también. A pesar de la grandeza de Don Quijote, Cervantes se cree más cabal y más cuerdo que él y jamás se emociona con él. Esta manera es ya definitiva en Goya. Y esta consideración es la que me llevó a dar un cambio en mi literatura y a escribir los esperpentos, el género literario que yo bautizo con el nombre de esperpentos.

EL MODERNISMO



modernismo





Modernismo es el término con el que se designa a una corriente de renovación artística desarrollada a finales del siglo xix y principios del xx, durante el periodo denominado fin de siècle y belle époque. En distintos países recibió diversas denominaciones: Art Nouveau –en Bélgica y Francia–, Jugendstil –en Alemania y países nórdicos–, Sezession –en Austria–, Modern Style –en los países anglosajones–, Nieuwe Kunst –en Países Bajos– y Liberty o Floreale –en Italia–.

Todas estas denominaciones hacen referencia a la intención de crear un arte nuevo, joven, libre y moderno, que representara una ruptura con los estilos dominantes en la época, tanto los de tradición academicista (el historicismo o el eclecticismo) como los rupturistas (realismo o impresionismo). En la estética nueva que se trató de crear predominaba la inspiración en la naturaleza a la vez que se incorporaban novedades derivadas de la revolución industrial, como el hierro y el cristal, superando la pobre estética de la arquitectura del hierro de mediados del siglo xix.

En gran medida estas aspiraciones se basaron en las ideas estéticas de John Ruskin y William Morris, que proponían democratizar la belleza o socializar el arte, en el sentido de que hasta los objetos más cotidianos tuvieran valor estético y fueran accesibles a toda la población, aunque sin utilizar las nuevas técnicas de producción masiva que impedían el desarrollo del buen hacer artesanal. El modernismo no sólo se dio en las artes mayores (pintura, escultura y arquitectura), sino también las artes menores, aplicadas o decorativas, en las artes gráficas y en el diseño de mobiliario, rejería, joyería, cristalería, cerámica, lámparas y todo tipo de objetos útiles en la vida cotidiana, incluido el mobiliario urbano, que pasó a tener gran importancia (kioscos, estaciones de metro, farolas, bancos, papeleras, urinarios). Muchos artistas identificados con el modernismo son artistas «integrales». Especialmente, en el caso de los arquitectos, no sólo proyectaban edificios, sino que intervenían en el diseño de la decoración, el mobiliario, y todo tipo de complementos y enseres de uso diario que habían de contener.

El modernismo no fue unánimemente recibido: una amplia corriente de opinión identificaba sus formas con el concepto de degeneración (una desintegración orgánica que corresponde a la desintegración social).

Las características que en general permiten reconocer al modernismo son:
  • Inspiración en la naturaleza y el uso profuso de elementos de origen natural pero con preferencia en los vegetales y las formas redondeadas de tipo orgánico entrelazándose con el motivo central.
  • Uso de la línea curva y la asimetría; tanto en las plantas y alzados de los edificios como en la decoración.
  • Tendencia a la estilización de los motivos, siendo menos frecuente su representación estrictamente realista.
  • Uso de imágenes femeninas en actitudes delicadas y gráciles, con un aprovechamiento generoso de las ondas en los cabellos y los pliegues de las vestimentas (drapeado).
  • Actitud tendente a la sensualidad y a la complacencia de los sentidos, llegando hasta el erotismo en algunos casos.
  • Libertad en el uso de motivos de tipo exótico, sean éstos de pura fantasía o con inspiración en distintas culturas, como por ejemplo el uso de estampas japonesas.
  • Aplicación envolvente del motivo tomando alguna de las características anteriormente mencionadas en contraposición con las características habituales del elemento a decorar. El elemento destacado de tipo orgánico envuelve o se une con el elemento que decora.

La derivación de estas características del modernismo o Art nouveau en la década de 1920 dio origen al denominado Art decó, con el que a veces se identifica, aunque tiene características marcadamente diferentes. La utilización habitual de los términos modernism (en inglés) o modernisme (en francés) no se refiere a este movimiento artístico, sino genéricamente a las vanguardias o al arte moderno, dentro de lo polisémico de ambos conceptos.

PINTURA
Cartel de Sarah Bern
 
hardt en Gismonda
 

En contraposición tanto al academicismo como al impresionismo, se abandonan los temas cotidianos por los contenidos simbólicos y conceptuales (un movimiento simultáneo, postimpresionista, se denomina simbolismo), entre los que destaca la mujer, con un tratamiento erótico que llega hasta la perversión (un movimiento simultáneo, muy relacionado, se denomina decadentismo -Félicien Rops, Gustave Moreau, Odilon Redon-). Técnicamente se insiste en la pureza de la línea (lo que le da un carácter bidimensional) y la expresividad del dibujo (se ha considerado precedente del expresionismo posterior), ambas cosas ya presentes en autores postimpresionistas, especialmente en Toulouse-Lautrec. Las formas orgánicas, especialmente vegetales curvilíneos y espirales (flores, hojas, tallos retorcidos), que rellenan todo el espacio (horror vacui, a veces llegando a la teselación) ya presentes en movimientos ingleses anteriores (prerrafaelismo y arts and crafts), se convierten en un leit motiv paralelo a las formas decorativas de las artes gráficas, con las que están estrechamente identificadas, así como con el cartelismo y la reproducción litográfica. Los formatos preferidos son los alargados y apaisados.

EL NEOCLÁSICO

El arte neoclásico llega motivado por la nueva atracción que despierta el mundo clásico, el interés surgido por la arqueología, las excavaciones de Herculano y Pompeya y el rechazo hacia las formas del barroco.
Características de la arquitectura neoclásica
  • Se inspira en los monumentos de la antigüedad grecorromana.
  • Concepto de belleza basado en la pureza de las líneas arquitectónicas, en la simetría y en las proporciones sujetas a las leyes de la medida y las matemáticas.
  • Reacciona contra los efectos decorativos del barroco y el rococó.
  • Gusto por la sencillez, con predominio de lo arquitectónico sobre lo decorativo.
  • Emplea elementos básicos de la arquitectura clásica: columnas, ordenes dórico y jónico, frontones, bóvedas, cúpulas, etc.
Edificio de la Real Academia Española de la Lengua. Edificio neoclásicoLa irrupción del arte neoclásico en España provine del exterior más que por una necesidad interna de renovación. El desarrollo del barroco quedó interrumpido al sustituir en el trono de España a la dinastía de los Habsburrgo por la de los Borbones, con Felipe V. El joven rey, que venía de Francia, se instaló en la corte española con un grupo de artistas franceses e italianos y con ellos entraron las corrientes artísticas extranjeras.
Las Academias desempeñaron un papel fundamental en la difusión de los principios del arte clásico ya que eran las encargadas de formar a los artistas. En España se funda la Academia de Bellas Artes de San Fernando.
El antiguo Alcázar de Madrid, residencia de los Austrias, había sido destruido por un incendio en 1734. Felipe V se propuso levantar un nuevo palacio, El Palacio Real, en el mismo emplazamiento, para lo que solicitó la presencia del arquitecto siciliano Filippo Juvara.
Tras la muerte de Juvara, será su discípulo Giambattista Sacchetti quien continúe con el proyecto introduciendo algunas mejoras.
El edificio presentado por Sacchetti se desarrolla alrededor de un gran patio cuadrado, con galerías de circulación en los cuatro lados. En el exterior, las fachadas tienen el cuerpo central avanzado ligeramente, al igual que los cuerpos de los ángulos que también sobresalen del plano de la fachada. Los pisos bajos forman como una especie de basamento sobre el que levantan columnas gigantescas. El patio central no presenta adornos escultóricos, es de líneas precisas, académicas.
Palacio Real de Madrid
En la obra del Palacio Real se formaron muchos de los futuros arquitectos españoles y muchos escultores y pintores que trabajaron en su decoración, como es el caso de ventura Rodríguez.
Ventura Rodríguez (1718-1785)
La trayectoria de Ventura Rodríguez se sitúa a caballo entre las dos grandes corrientes artísticas del momento, el barroco y el neoclasicismo. A su periodo inicial corresponden sus obras barrocas, en las que afloran frecuentes influencias del barroco italiano.
La gran obra es la remodelación de la Basílica de El Pilar de Zaragoza, encargada por Fernando VI a instancia del Cabildo de la Seo zaragozana.
Realizó la capilla que debía albergar la imagen de la Virgen para su culto. Construyó un templete de orden compuesto a modo de baldaquino con bóveda elipsoidal.
En esta capilla es donde se produce la transición del estilo barroco al neoclásico, manifestándose éste último en la decoración interior del templo.
Arquitectura neoclásica:  fachada de la Catedral de PamplonaA partir de 1760 abandonó la tendencia barroca a favor del neoclasicismo. En la Iglesia de los Agustinos de Valladolid vemos el triunfo del neoclasicismo en la fachada, aunque el interior es todavía de planta circular.
Entre sus últimas obras destaca la fachada de la catedral de Pamplona (1873), severamente clásica, con un pórtico tetrástilo entre dos torres cuadradas.
Francisco Sabatini (1722-1797)
Cuando sube al trono Carlos III y tras la muerte de Sacchetti, el arquitecto italiano es nombrado arquitecto real, momento en el que Ventura Rodríguez deja de trabajar para la corte.
Intervino en la edificación de obras monumentales para Madrid, representativas del poder real, como la Puerta de Alcalá, que conmemora la entrada de Carlos III en la capital. Consta de cinco vanos, tres con arco de medio punto y dos adintelados.

Arte Neoclásico: Puerta de Alcalá, de Francisco Sabatini
Realizó también la escalera principal del Palacio Real de Madrid o el edificio de la Aduana, hoy Ministerio de Hacienda.
Juan de Villanueva (1739-1811)
Es la figura más importante de la arquitectura neoclásica española. Estudió siete años en Roma pensionado por la Academia de San Fernando, entrando en contacto directo con la Antigüedad.
Carlos III lo nombró arquitecto del príncipe y los infantes, trabajando casi en exclusiva para la casa real.
A su regreso de Roma fue nombrado arquitecto de El Escorial, en cuyas cercanías levantó la Casa de los Infantes, la Casita de Arriba y la Casita de Abajo, de aspecto totalmente clasicista. Realizó también la Casita del Príncipe en El Pardo.
Su obra maestra del arte neoclásico es el edificio del Museo del Prado. El museo fue concebido como Gabinete de Historia Natural y estaba incluido en una zona ajardinada de función científica en la que se encuentra el Jardín Botánico.
La fachada principal se dispone a lo largo del paseo del Prado. En el centro hay una monumental portada, constituida por un gigantesco pórtico dórico-toscano, aunque no lo remata con frontón.
Arte Neoclásico: Museo del Prado
Villanueva concibió un edificio alargado siguiendo el eje de una luminosa galería rematada e interrumpida en su centro por tres cuerpos de mayor volumen: dos cubos en los extremos de la galería y una edificación de planta basilical en su eje central.

El cubo norte se articula en torno a una rotonda con columnas jónicas y bóveda y el cubo sur en torno a un patio. El cuerpo central estaba destinado a las reuniones y sesiones de los académicos y estudiosos de Historia Natural.
En el edificio de Villanueva predominan las líneas rectas. Hay una disposición rigurosamente simétrica de los elementos arquitectónicos. Destaca la enorme austeridad ornamental, la armonía proviene de la combinación de las formas arquitectónicas (columnas, frontones y ventanas).
Villanueva diseñó también el Observatorio Astronómico, situado en los Jardines del Retiro. Es un edificio de planta cruciforme rematado por un templete de columnas jónicas.
En otras regiones españolas también se levantaron numerosos edificios en estilo neoclásico, como la Fábrica de Tabacos de Sevilla, la Lonja de Barcelona o la Plaza Nueva de Vitoria de Juan Antonio de Olaguibel.

ARTE COLONIAL NOVOHISPANO


Catedral Metropolitana de la Ciudad de México

ARTE COLONIAL NOVOHISPANO


El arte colonial novohispano es el desarrollado en las colonias españolas en América, desde su descubrimiento por Cristóbal Colón en 1492 hasta la independencia de los diversos países americanos a lo largo del siglo XIX (los últimos Cuba y Puerto Rico en 1898). Los españoles llevaron al nuevo continente su idioma, cultura, religión y costumbres, los cuales impusieron a la población indígena, que anteriormente había desarrollado grandes civilizaciones como la maya, la azteca y la inca. Así, el arte colonial será fiel reflejo del arte efectuado en la metrópoli, suponiendo el final de las representaciones artísticas autóctonas, el arte precolombino. Vemos por tanto en el arte colonial los mismos estilos artísticos que se desarrollan paralelamente en el continente europeo, principalmente el Renacimiento, el Barroco y el Rococó.

La llegada de los conquistadores supuso una gran revolución sobre todo en el terreno de la arquitectura, con la traslación de las diversas tipologías de edificios propios de la cultura europea: principalmente iglesias y catedrales, dado el rápido desarrollo de la labor de evangelización de los pueblos nativos americanos, pero también edificios civiles como ayuntamientos, hospitales, universidades y palacios y villas particulares. En el terreno religioso, se dio a menudo la circunstancia de que muchas iglesias fueron construidas sobre antiguos templos indígenas. Aun así, frecuentemente se produjo una síntesis entre los estilos colonizadores y las antiguas manifestaciones precolombinas, generando una simbiosis que dio un aspecto muy particular y característico a las originales tipologías europeas. Así, observamos cómo las principales muestras de arte colonial se produjeron en los dos centros geográficos de más relevancia en la era precolombina: México y Perú. En pintura y escultura, en las primeras fases de la colonización fue frecuente la importación de obras de arte europeas, principalmente españolas, italianas y flamencas, pero enseguida comenzó la producción propia, inspirada en inicio en modelos europeos, pero incorporando nuevamente signos distintivos de la cultura precolombina.




ARQUITECTURA
Catedral de Puebla

Las primeras muestras de arquitectura colonial en América tuvieron, al igual que en la metrópoli, cierta pervivencia de rasgos góticos, si bien pronto empezaron a llegar las nuevas corrientes que se producían en España, como el purismo y el plateresco (Catedral de Santo Domingo). Al iniciarse la colonización, la arquitectura que se desarrolló principalmente fue de signo religioso: por orden real, el primer edificio que se debía construir en cualquier nueva ciudad debía ser una iglesia. Durante la primera mitad del siglo XVI fueron las órdenes religiosas las encargadas de la edificación de numerosas iglesias en México, preferentemente un tipo de iglesias fortificadas, en un conjunto almenado con iglesia, convento, un atrio y una capilla abierta –llamadas “capillas de indios”–, como el Convento de Tepeaca, el de Huejotzingo y el de San Gabriel en Cholula. Las diversas órdenes religiosas rivalizaron en cuanto a dimensiones y decoración de sus construcciones: los agustinos, dominicos y franciscanos fueron los que realizaron edificios más monumentales y ornamentados, como los conventos de Acolman, Actopan y Yuriria.1

A mediados de siglo se empezaron a construir las primeras grandes catedrales, como las de México, Puebla y Guadalajara.Se sigue por lo general la planta rectangular con testero plano, tomando como modelos la Catedral de Sevilla, la de Jaén y la de Valladolid. La principal muestra, la Catedral de Ciudad de México, se construyó sobre un templo azteca, a lo largo de 250 años (1563-1813), con una sucesión de estilos desde el renacentista hasta el neoclasicista. El proyecto fue del burgalés Claudio Arciniega, en estilo herreriano. En Perú, en 1582 se inició la Catedral del Cuzco y, en 1592, la de Lima, ambas obras del extremeño Francisco Becerra. En Argentina destaca la Catedral de Córdoba, obra del jesuita Andrés Blanqui. En ciertas zonas de Sudamérica central se recibió la influencia mudéjar, principalmente en los artesonados decorados con mocárabes, como en San Francisco de Quito. Esta última iglesia destaca asimismo por su fachada de estilo manierista italiano, con una escalinata de inspiración bramantina y serliana.2

En cuanto a arquitectura civil, las nuevas ciudades construidas por los colonizadores españoles siguieron planimetrías inspiradas en el clásico modelo reticulado, trazadas según las ordenanzas reales, que estipulaban la forma y extensión de la plaza mayor, el ancho y orientación de las vías públicas y la distribución de las manzanas de casas, dispuestas en forma de damero. La primera ciudad planificada según este sistema fue Santo Domingo.

PINTURA

Las primeras muestras de pintura colonial fueron las de escenas religiosas elaboradas por maestros anónimos, realizadas con medios precolombinos, con tintas vegetales y minerales y telas de trama áspera e irregular. Destacaron las imágenes de la Virgen con el Niño, con una iconografía de raíces autóctonas donde, por ejemplo, se representaban los arcángeles como arcabuceros contemporáneos. La producción artística hecha en Nueva España por indígenas en el siglo XVI es denominada arte indocristiano. Adentrado el siglo XVI surgieron los grandes frescos murales, de carácter popular. Desde mediados de siglo empezaron a llegar, procedentes de Sevilla, maestros españoles (Alonso Vázquez, Alonso López de Herrera), flamencos (Simon Pereyns) e italianos (Mateo Pérez de Alesio, Angelino Medoro).



Las primeras influencias fueron del tenebrismo sevillano, principalmente de Zurbarán –algunas de cuyas obras aún se conservan en México y Perú–, como se puede apreciar en la obra de los mexicanos José Juárez y Sebastián López de Arteaga, y del boliviano Melchor Pérez de Holguín. En Cuzco, esta influencia sevillana fue interpretada de modo particular, con abundante uso de oro y una aplicación de estilo indígena en los detalles, si bien inspirándose por lo general en estampas flamencas. La Escuela cuzqueña de pintura surgió a raíz de la llegada del pintor italiano Bernardo Bitti en 1583, que introdujo el manierismo en América. Destacó la obra de Luis de Riaño, discípulo del italiano Angelino Medoro, autor de los murales del templo de Andahuaylillas. También destacaron los pintores indios Diego Quispe Tito y Basilio Santa Cruz Puma Callao, así como Marcos Zapata, autor de los cincuenta lienzos de gran tamaño que cubren los arcos altos de la Catedral de Cuzco. En el siglo XVIII los retablos escultóricos empezaron a ser sustituidos por cuadros, desarrollándose notablemente la pintura barroca en América. Igualmente, creció la demanda de obras de tipo civil, principalmente retratos de las clases aristocráticas y de la jerarquía eclesiástica. La principal influencia será la de Murillo, y en algún caso –como en Cristóbal de Villalpando– la de Valdés Leal. La pintura de esta época tiene un tono más sentimental, con formas más dulces y blandas. Destacan Gregorio Vázquez de Arce en Colombia, y Juan Rodríguez Juárez y Miguel Cabrera en México
La anunciación de la Virgen, de Luis de Riaño (1632)